Si queremos ser agentes de cambio, necesitamos estar dispuestos a actuar con cierto grado de rareza. Cuando digo agentes de cambio, me refiero a estar dispuestos a promover la creación de un mundo mejor a través de diferentes causas o iniciativas. Los agentes de cambio se comprometen a contribuir a la sociedad, de maneras más pequeñas o más grandes, al crear conciencia sobre los problemas que consideran importantes, al enseñar, abogar, liderar, o simplemente, ser modelos a seguir para las personas que los rodean.

Mi trabajo se centra en el desarrollo del Liderazgo. Trabajo con líderes, coaches, supervisores y profesionales que participan en actividades que requieren desafiar su propia mentalidad, paradigmas y creencias incuestionables, así como también desafiar el status quo y la resistencia al cambio en las organizaciones de las que forman parte.

Tanto mis clientes como yo estamos comprometidos con lograr objetivos organizacionales, de equipo y personales, y con aumentar los niveles de satisfacción y de bienestar en todos los sistemas de los que formamos parte. Para ser efectivos en este trabajo, necesitamos exhibir algún grado de rareza.

La palabra raro, en este contexto, significa diferente, único, y hasta excéntrico. Refiere a la observancia de comportamientos que no siguen lo que se espera de nosotros; como por ejemplo, cambiar de color de pelo tiñéndolo de verde, usar una camisa muy brillante o decir algo polémico, que deje a la gente sorprendida.

Existe un Índice de Rareza Percibida desarrollado por Jonno Hanafin (1976). Sugiere que la rareza es necesaria para que los consultores de Desarrollo Organizacional desafíen el statu quo, algo que requiere conciencia, intención y timing. El autor también considera que la presencia es clave para intervenir eficazmente en las organizaciones, y que es necesario alcanzar cierto nivel de credibilidad antes de desafiar a los sistemas.

¿Qué tan raro eres? ¿Sigues todas las reglas al pie de la letra? ¿Te comportas de la manera en que la gente espera que te comportes o estás dispuesto a tomar algunos riesgos? ¿Eres predecible? ¿Buscas todo el tiempo la forma más segura de responder a las situaciones? ¿Qué pasaría si de repente comienzas a estar dispuesto a ser diferente?

Cuando se busca demostrar rareza, es necesario no exagerar. Ser único es importante, pero también lo es mantener ciertos límites, para evitar que las personas lleguen a sentirse incómodas y dejen de interactuar con nosotros.

En mi caso, algo que me hace único, diferente, es mi acento marcado cuando hablo en inglés. Sé que eso requiere que la gente preste más atención, y que a veces pueden no entender lo que digo. (Cuando me escucho a mí mismo en las grabaciones, puede que tampoco me entienda del todoJ.) Esta es una de las formas en que soy único. A algunas personas les gusta mi acento y lo encuentran encantador. A otros no les gusta en absoluto. A veces, cuando la gente no me conoce, ni siquiera trata de entenderme. Cuando facilito entrenamientos, en algunas ocasiones, veo caras de pánico en mis estudiantes cuando me escuchan por primera vez. Después se acostumbran, y al final de la jornada, la mayoría entiende la mayor parte de lo que dije, y sé que cuando escuchan mi voz en su mente, resuena mi acento.

Me gusta ser polémico, y me gustaría serlo todavía más. Por ejemplo, en mis capacitaciones de desarrollo de Liderazgo, comparto que a veces las personas ven a sus colegas como “objetos” que los ayudarán a alcanzar sus metas, y se olvidan de que tienen enfrente personas únicas, con sueños y necesidades.

Te invito a considerar cómo puedes ser diferente, único; distinguirte, en vez de ser uno más del montón. Cómo puedes ser raro, y por qué no memorable, haciendo algo que sea inusual, que provenga de tu interior; algo que represente tu autenticidad y no esté vinculado con el deseo de quedar bien.